El niño contó que su familia falleció durante un ataque aéreo de la ISAF (la misión de la OTAN en Afganistán) contra su aldea natal, en el distrito sureño de Kajaki. Detalló que después de eso el movimiento talibán le eligió para llevar a cabo una misión suicida.
Según Niyaz, hace tres meses le enviaron a las montañas del distrito de Nawa, en el sur extremo de Afganistán, donde le empezaron a entrenar para que atentara contra los efectivos de las fuerzas internacionales de seguridad con los explosivos atados a su cuerpo. Comentó que para motivarle a convertirse en un mártir, le aseguraban que eso le garantizaba ir al cielo y le avisaron que si se negaba a cumplir con la misión, le matarían.
Sin embargo, Niyaz logró huir y entregarse a la Policía. Según las autoridades, es uno de los mártires más jóvenes jamás registrados en el país. Defensores de los derechos humanos han denunciado en numerosas ocasiones que es una práctica habitual para los talibanes usar a los niños como combatientes. El Talibán siempre ha negado estas acusaciones.