El tribunal, con sede en Leipzig, da la razón a la iglesia en la disputa sobre los impuestos eclesiásticos y ha fallado en contra del teólogo jubilado Harmut Zapp, que intentó conseguir la suspensión de los pagos.
En 2007 Zapp declaró su exclusión de la iglesia al negarse a pagar el impuesto, pero seguía considerándose un católico fervoroso e insistía en su derecho de participar en los ritos religiosos. A su vez, los sacerdotes católicos le respondieron que era imposible dividir la iglesia en una “corporación pública y jurídica” y una “comunidad religiosa de los creyentes”. Como resultado Zapp presentó una demanda contra la Iglesia católica para defender su derecho a seguir siendo miembro de la misma.
El tribunal, a su vez, dictaminó que si los católicos quieren seguir siendo miembros de la iglesia y participar en los ritos, deben pagar impuestos esclesiásticos. En otras palabras, si los parroquianos no dirigen a la iglesia un 8% adicional del total de sus impuestos, automáticamente dejan de pertenecer a esta y no pueden participar en la comunión, bautizos o confesión.
El hecho de dejar de pagar el impuesto, no obstante, no equivale a la excomunión. Los que tomen la decisión de apostatar serán invitados a una cita con su párroco, quien intentará hacerlos cambiar de opinión.
Cada año en Alemania más de cien mil personas abandonan oficialmente las filas de la Iglesia católica por la cuestión financiera. El Vaticano hizo varias recomendaciones a los obispos alemanes de suspender el sistema de impuestos obligatorios para los parroquianos e introducir el sistema italiano de donaciones voluntarias, pero no ha conseguido cambiar la situación.