Además de no cumplir con los plazos fijados para enviar los informes sobre las condiciones de vida del niño adoptado en EE.UU., dicha agencia proporcionó a las autoridades rusas datos falsos, según informa la fiscal de la ciudad de origen del niño.
Así, en el primer informe, que fue presentado con retraso, se informaba que el proceso de adopción había sido un éxito, que el niño gozaba del amor de su madre adoptiva y de sus parientes, y que se llevaba bien con todos los miembros de la familia.
Al cabo de un mes la agencia presentó otro informe que decía que nada más llegar a EE.UU. la estadounidense se enfrentó con dificultades en "la creación de vínculos afectivos con el niño”, por lo que la nueva madre decidió anular la adopción. WHFC encontró para el niño otra familia, sin avisar a las autoridades rusas.
Cuando la situación se descubrió, tanto los representantes de la agencia de adopción, como los funcionerios rusos fueron sancionados. Las autoridades rusas pasaron a supervisar las condiciones de vida del niño ruso en su nueva familia y la observación de sus derechos.
Anteriormente, varios casos de maltratos de niños rusos adoptados en EE.UU., han generado una fuerte polémica social y política.