El padre se sentó en el alféizar de la ventana pero estuvo unos minutos sin decidirse a saltar, tiempo suficiente para que los vecinos oyeran el llanto del niño y llamaran a la Policía de la ciudad de Xining, en el centro del país.
El equipo de rescate empezó a tomar medidas preventivas para evitar la tragedia. Colocaron un colchón inflable bajo la ventana y empezaron a descender en cuerdas desde el tejado.
Al final un rescatista realizó una maniobra que fue decisiva: bajó rápidamente hasta el nivel de la ventana y dio una patada de kung-fu en el pecho del suicida frustrado, empujándolo al interior de la vivienda.