Sara Ege, vecina de la ciudad de Cardiff, golpeó hasta la muerte a su hijo de siete años cuando este no fue capaz de recitar un extracto del Corán que le habían ordenado a aprender.
Cuando la madre se dio cuenta de que el niño estaba muerto, prendió fuego al cuerpo para deshacerse de las pruebas.
De acuerdo con Sara, su marido y ella deseaban que su hijo se convirtiera en 'hafiz' (persona que conoce de memoria el texto del Corán). "Teníamos una meta elevada”, explicó posteriormente la madre. “Queríamos que aprendiera de memoria 35 páginas en tres meses". La mujer agregó que como recompensa había prometido a su hijo una bicicleta nueva.
Sara admitió que solía golpear a su hijo cuando no estaba satisfecha con su progreso.
Después de que la Policía británica hallara el cuerpo, los padres del niño negaron categóricamente su culpabilidad y afirmaron que el niño había fallecido a consecuencia de un incendio. No obstante, la autopsia reveló que la muerte se había producido por los severos traumas recibidos.