Una investigación policial iniciada por la denuncia del reverendo Mark J. Noonan reveló que dos parroquias fueron víctimas del fraude entre los años 2006 y 2010.
La monja no hizo ningún comentario público respecto al caso, pero se sometió a un tratamiento para intentar curar su ludopatía, según comunican medios locales.
Por su parte, el fiscal del distrito, Joseph V. Cardone, confesó a los periodistas que en sus 20 años de experiencia es la primera vez que se acusa de algo a una monja, aunque recuerda varios casos de empleados de iglesias y de un cura que también tenían 'la mano larga'.