Anna murió el 4 de julio de este año. Según las palabras de su hija Larisa, de 65 años, aquel día de repente se desplomó sobre el suelo de su habitación, probablemente a causa de un infarto.
Larisa cubrió a Anna con mantas y empezó a observar las condiciones en las que se encontraba el cuerpo. Pese a que la mujer estaba muerta, el cadáver no mostraba señales de descomposición ni desprendía un olor desagradable. Su piel se oscureció ligeramente y el cuerpo se encogió, como si se hubiera convertido en una momia.
“Probablemente, ocurrió porque hace años mi madre y yo tomamos shilajit en grandes cantidades”, comentó la hija de la fallecida. El shilajit es una sustancia de composición y apariencia muy variada que se halla en las montañas de Cáucaso, Altái y Tíbet, y supuestamente tiene propiedades curativas y de conservación. Según Larisa, ingirieron mucho más de lo recomendable de este producto.
La mujer añadió que incluso si hubiera deseado hacerlo, no podría haber enterrado a su madre de manera convencional, ya que no tiene dinero para pagar un funeral. No obstante, la Policía se personó en la casa de las dos mujeres y trasladó el cadáver a la morgue.