Al mismo tiempo, los expertos advierten que basan su cifra en datos recopilados a lo largo del año pasado y provenientes solo de las escuelas públicas que están obligadas a registrar a los niños sin techo. Es decir, se trata de menores que siguen atendiendo las clases a pesar de tener que pedir ‘asilo’ en casas de amigos o dormir, junto con sus familias, en refugios temporales, estaciones, hospitales, edificios abandonados o iglesias. En cuanto al total de niños callejeros, no se conoce ni siquiera el número aproximado.
“Cada uno tiene el derecho humano a una vivienda segura, decente y económica. Hasta que este derecho sea realidad para cualquier estadounidense, el número de escolares sin techo seguirá creciendo”, insiste Maria Foscarinis, directora ejecutiva del Centro Nacional de Leyes sobre Indigencia y Pobreza.
Según los expertos, los escolares sin techo suelen mostrar unos resultados más bajos en sus estudios, ya que sus condiciones de vida les obstaculizan hacer tareas de casa apropiadamente. Sin embargo, este es uno de sus problemas ‘menores’. Los sociólogos acentúan que muchos de ellos caen víctimas de las drogas y los abusos sexuales, y que en algunos casos venden actos sexuales por comida, ropa o alojamiento.