Sin embargo, el problema no sólo está en la mera falta de formación. Siete millones de personas, es decir, un catorce por ciento de los habitantes del país, padecen lo que se conoce como analfabetismo funcional.
En algunos casos esto puede impedir a la gente cumplir con su trabajo y algunas tareas cotidianas de forma eficiente. “Cuando era más joven evitaba algunas actividades con mis amigos pese a que no quería. Tenía miedo a tener que leer algo, y que eso pusiera al descubierto mi problema… que no sé leer ni escribir adecuadamente”, confiesa Tim-Thilo Fellmer, activista por la alfabetización, que ahora se dedica a ayudar a la gente que sufre las mismas dificultades. Mucha gente, señala Fellmer, niegan o esconden su problema: “Creen que están bien y pueden seguir ocultándolo, buscando excusas para no dar ese paso al frente”.
En algunas partes de Alemania existen varias iniciativas para ayudar a aquellos que sufren analfabetismo funcional. Por ejemplo, en la ciudad de Colonia algunos directivos han diseñado para los empleados que tengan este tipo de dificultades un horario flexible para que, de esa forma, puedan acudir a clases especializadas.