El coche de Katrina Harte, una transexual de 50 años, fue captado en octubre por una cámara cuando aparcaba en un lugar incorrecto.
Al recibir una respuesta negativa a su solicitud de apelación de la multa, Katrina llamó al departamento de control de aparcamiento, donde una mujer le preguntó su nombre y dirección. Cuando se las dio, la empleada dijo que no podía aceptar el pago, ya que el coche estaba registrado a nombre de una mujer y "usted es claramente un hombre”.
"Fue como una bofetada en la cara y me eché a llorar”, confesó la mujer que se había sometido a una operación de cambio de sexo, financiada por el Servicio Nacional de Salud, además de haber contraído una deuda de casi 6.500 dólares para poder pagarse una cirugía de aumento de pecho.
Las disculpas de la funcionaria no satisficieron a Katrina, ya que “el daño ya estaba hecho”, y se dirigió al concejal del municipio de North Tyneside. Sin embargo, la respuesta de este último tampoco colmó con sus expectativas: la carta decía que no se tomarían medidas disciplinarias contra la funcionaria, ya que no había sido su intención ofender a nadie.
“¿No se supone que deben tener una política en la que no existan discriminaciones contra las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales?”, exclamó indignada la denunciante a la prensa.