Wilma, de 56 años, era atendida de urgencia en su país natal, Hungría, donde se encontraba junto a su marido pasando unos días de vacaciones. Allí se le aconsejó su regreso inmediato a EE.UU. para continuar su tratamiento.
La mujer, aquejada de diabetes y de complicaciones renales, había sufrido la amputación de una pierna, lo que la obligaba a desplazarse en silla de ruedas, según informó Reuters.
Para regresar, el matrimonio eligió un tipo de avión similar al que utilizaron para volar a Hungría desde EE.UU., pero el comandante de la aeronave, de la aerolínea KLM Royal Dutch Airlines, los obligó bajar del avión, por la imposibilidad de acomodar a la mujer a bordo.
Fueron conminados a viajar en coche hasta Praga para tomar allí un vuelo de Delta donde ella pudiera ser debidamente instalada. Una vez allí se les dijo que el equipo a bordo no contaba con los medios necesarios para embarcarla en la nave.
El 22 de octubre, la pareja decidió hacer otro intento en un vuelo de la compañía Lufthansa, pero tras varias horas de esfuerzos infructuosos por acomodarla a bordo, el capitán optó por partir dejándolos en tierra.
Finalmente, Wilma fue hallada sin vida por su esposo el 24 de octubre en su casa de Hungría, según declaró al diario ‘The New York Post, por lo que ahora reclama a las empresas una suma de 6 millones de dólares por "dejarla morir".