Su dueña, Sue Greaves, una británica de 58 años de edad, no era capaz de sacrificar a su mascota o hacerlo pasar por los sufrimientos de la quimioterapia sin ninguna garantía de éxito. Así que decidió pedir que le amputaran una pata más y se quedara sólo con las dos derechas.
El veterinario que estaba tratando a Caffrey no lo consideró buena idea, al igual que otros cuatro colegas suyos a los que la dueña del animal consultó. Todos dijeron que el animal no podría caminar y su vida carecería de sentido. Pero Sue insistió en que se merecía el beneficio de la duda, un último intento.
A pesar de que se pensaba que el gato iba a permanecer sin moverse durante semanas, al cabo de tan solo unos días recuperó el equilibrio que necesitaba para andar con ayuda de Sue y su vecina Ashleigh Tyler, de ocho años de edad, que nunca han dejado de quererlo y creer en su recuperación.
Ahora, no solo anda, sino que también corre y salta como cualquier gato sano. "Todos los que lo ven se asombran de lo que es capaz de hacer”, comentó su propietaria. "No parece que le afecte en absoluto tener sólo dos patas”.