Un 33%, sin embargo, admite que lo hace para lidiar con el estrés y un 22% afirma necesitar un aporte extra de azúcar para afrontar la jornada laboral.
Al parecer, las galletas son el vicio más común. El 42% de los encuestados admite abrir regularmente un paquete de galletas, seguido de cerca por el chocolate (38% de los encuestados), patatas fritas (32% de los encuestados) y pasteles o dulces (13% de los encuestados).
"Si la gente respetara más el almuerzo, se sentiría satisfecha y no tendría la necesidad de picotear", señala la nutricionista Sarah Brewer, que ha participado en la elaboración del estudio. Asimismo afirma que saltarse el almuerzo en la jornada de trabajo suele hacer que comamos más y peor a lo largo del día.
Cambiar este hábito, concluye el estudio, nos ayudaría a prevenir el aumento de peso y a descansar mejor de noche, aumentando así los niveles de energía y reduciendo síntomas molestos como la hinchazón.