En cuanto a países como Perú y Bolivia, la Organización reconoce que su estadística de gran población infantil trabajadora no se debe a la criminalización del sector laboral, sino más bien a una abundante presencia de comunidades indígenas. Sus expertos insisten en la necesidad de "trabajar desde la cultura”, para convencer a la gente que ir a la escuela no equivale a dejar sus tradiciones.
En cuanto a las políticas generales para combatir la labor infantil, los especialistas de la OIT llaman a prestar ayuda financiera a las familias y a lanzar programas especiales para hacer que los menores vuelvan a estudiar. Para aumentar la eficacia de los respectivos proyectos, exhortaron a los países latinoamericanos a intercambiar su experiencia específica al respecto.
Cabe destacar que la cifra de 9 millones de niños es un gran avance. Hace dos años el número era mucho más alto: la OIT registró 14 millones de menores entre 5 y 17 años de edad trabajando, dos tercios de ellos en tareas que ponían en peligro su vida y su salud.