Michael Vincent Allen, de 25 años, murió el 12 de agosto de 2012 tras haber sido el blanco de 41 disparos efectuados por el agente de Policía de Texas Patrick Tuter. Se necesitó medio año para investigar el caso y hasta ahora el agente no había sido despedido.
Tras una persecución a alta velocidad que duró más de 30 minutos, Tuter chocó su coche contra el vehículo de Allen, sacó la pistola y disparó decenas de veces contra el sospechoso.
Solo tres balas entraron en el cuerpo de Allen pero igualmente el joven murió por las heridas causadas.
Según el portavoz de la Policía local, Patrick Tuter “violó el procedimiento policial” para estos casos. Además nunca fue encontrada evidencia que demostrara que la víctima hubiera intentado atacar al policía y por eso fue despedido.
"Sin embargo, las acciones del agente Tuter estaban justificadas al amparo del código penal de este estado y la suspensión indefinida será apelada en función de la ley pública del estado", dijo Harn.
El asesinato ha provocado la indignación de la familia de Allen. "No merecía la pena de muerte. Patrick Tuter no era juez", insiste la madre de la víctima, Stephanie Allen.