La curiosa historia comenzó cuando los guardias del aeropuerto vieron a una mujer que trataba de embarcar con una botella de líquido en su equipaje de mano.
Siguiendo las reglas de vuelos internacionales, los guardias sugirieron a la pasajera beber el líquido o tirar la botella a la basura, y la mujer eligió la primera opción.
Sin embargo, los funcionarios se dieron cuenta de que la pasajera se había llenado la boca con líquido pero no lo había tragado, y exigieron que escupiera en un cubo.
La pasajera cumplió la demanda dejando atónitos tanto a los empleados del aeropuerto como a los numerosos pasajeros del vuelo: con el líquido escupió decenas de futuras ranas.
Interrogada sobre los motivos de su extraño comportamiento, la mujer explicó que un amigo le había regalado los renacuajos y no quería perderlos.
No obstante, la conmovedora historia no convenció a los guardias, que le ordenaron deshacerse de sus mascotas antes de subir a bordo del avión.