La mayoría absoluta de esos colegios se encuentran en barrios pobres con altos niveles de delincuencia. En algunas escuelas más de la mitad de alumnos son negros o hispanos. Las familias afectadas por el cierre se muestran indignadas y preocupadas por la seguridad de sus hijos, que probablemente tendrán que pasar por zonas peligrosas o recorrer largos caminos para llegar a otros colegios.
En esa ciudad estadounidense hay unos 403.000 estudiantes, mientras que la capacidad del sistema educativo es de 500.000, por lo que el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, asegura que muchos colegios están medio vacíos.
"Es una muestra de cobardía”, dijo la presidenta del Sindicato de Profesores local, Karen Lewis, en respuesta al cierre de colegios. “Nuestro alcalde debería sentir vergüenza”, añadió.
Aunque la medida afectará hasta a 30.000 alumnos, el Ayuntamiento calcula que ahorraría en diez años 560 millones de dólares de costes directos y más de 40 millones de costes en mantenimiento.
La práctica de cerrar colegios para disminuir los gastos se ha convertido en típica para muchas ciudades de EE.UU., como Filadelfia o Washington entre otras. En Detroit, solo en 2010 fueron cerradas 40 escuelas.