El drama comenzó en febrero pasado en la ciudad norteña de Dalmine, donde la pareja había vivido, según se informa, desde hace casi 40 años. La mujer de 61 años de edad, comenzó a sospechar algo anormal cuando el agua de su jarra favorita empezó a escocerle la boca.
La italiana mandó el agua extraña al laboratorio, donde los expertos confirmaron que se trataba de ácido clorhídrico.
La mujer se preocupó aún más cuando se encontró una botella entre las cosas de su marido. No tenía etiqueta y estaba llena de un líquido claro. Mandó la botella al laboratorio, donde le confirmaron que también era ácido clorhídrico.
Asustada, la mujer pidió consejo a sus familiares, quienes le sugirieron comprar algo para la autodefensa, por ejemplo un despertador insignificante con una cámara de video diminuta. La italiana colocó el dispositivo en la cocina para que pudiera filmar lo que ocurría cerca de la jarra.
Cuando, a finales de marzo, la mujer sintió que ya tenía pruebas suficientes, se fue a la Policía. Su esposo, carpintero de profesión, fue detenido el sábado de Pascua y se encuentra en prisión bajo sospecha de intento de asesinato.
El hombre admitió haber añadido ácido clorhídrico en el agua de su esposa, pero negó que quisiera matarla. Confesó que había estado tratando de enfermarla un poco para aliviar su interés obsesivo hacia la planificación de las peregrinaciones y la emisora católica Radio María.