Según los datos de los blogueros de la compañía Entrustet, en el año 2012 fallecieron 2,89 millones de usuarios de Facebook en todo el mundo. Con la difusión de las redes sociales y el aumento global de la media de edad de sus usuarios, este número crecerá rápidamente.
Varios estados de EE.UU. ya han emitido leyes especiales referentes a la herencia digital. Por ejemplo en Virginia, en caso de muerte de un menor de edad, sus padres reciben el derecho a acceder a sus cuentas.
Por su parte, los ciudadanos del Reino Unido incluyen cada vez más a menudo las contraseñas de las redes sociales y de su computadora personal en el testamento. La herencia virtual, además de su valor emocional, tiene también uno material: el de la música, películas y libros de un británico medio puede es de unas 200 libras esterlinas. El usuario también puede dejar como herencia a su personaje en los juegos en línea, lo que en algunos casos aumenta bastante el valor de lo recibido por el heredero.
Varias empresas privadas también ofrecen una 'prolongación de la vida' virtual. Existen muchos servicios que permiten escribir mensajes de correo electrónico que después de la muerte del usuario serán enviados a su familia y amigos.
Los cementerios virtuales, una realidad desde principios de siglo
Los servicios de cementerios virtuales existen desde principios de los años noventa y hoy en día los recursos para compartir los recuerdos de una persona fallecida o incluso para poner en las 'tumbas' velas virtuales, dulces o flores tienen un valor práctico: algunas grandes ciudades ya no tienen suficiente espacio para tumbas reales, de manera que en algunas como Hong Kong, el espacio en el cementerio local se asigna sólo por 10 años, después de los cuales los restos deben ser quemados o enterrados de nuevo fuera de la ciudad. Además, la creciente movilidad de la población no permite visitar las tumbas de los familiares y amigos con la frecuencia con la que algunos de ellos desearían hacerlo.
Poco a poco la tecnología punta también está penetrando en los cementerios reales. En la última década de los años 2000, en los cementerios de Alemania empezaron a surgir las lápidas electrónicas que permitían ver fotografías del fallecido. El precio mínimo del monumento electrónico es de 5.000 dólares. En Japón y China algunas tumbas llevan un código QR, que, al ser escaneado con un teléfono inteligente, permite leer la biografía de la persona fallecida y ver sus fotos. En 2012 las tumbas de tecnología punta comenzaron a usarse en Europa y Australia.