El abogado de uno de los detenidos acusó al personal de la prisión de utilizar tubos de alimentación innecesariamente grandes y dolorosos. Otro reo aseguró que mientras lo alimentaban en contra de su voluntad sentía un fuerte dolor "en el pecho, la garganta y el estómago". "Nunca había experimentado tanto dolor", afirmó.
Los presos que se encuentran en huelga de hambre son esposados a una silla. Después se les inserta un tubo nasal que suministra el suplemento líquido. Estas sondas nasogástricas miden unos 60 centímetros de longitud y permanecen en las fosas nasales de los presos hasta que el personal está completamente seguro de que el suplemento nutricional ha alcanzado el estómago. Por si esto fuera poco, a continuación se lleva a los detenidos a una celda en la que no hay agua corriente y donde se les somete a vigilancia para que no vomiten. En el caso de que lo hagan son de nuevo inmovilizados en la silla.
Estos alarmantes detalles forman parte del denominado 'procedimiento operativo estándar' de la prisión de Guantánamo (SOP, por sus siglas en inglés), que fue recientemente actualizado a raíz del inicio de la huelga de hambre de un grupo de reos en ese centro penitenciario. Este acto multitudinario de los encarcelados es una forma de protesta por las violaciones a los derechos humanos en el recinto, así como por la confiscación de ejemplares del Corán y de otras pertenencias.
"Al igual que las tácticas de combate deben cambiar en el transcurso de un conflicto, las respuestas médicas aplicadas a los detenidos de Guantánamo que están en huelga de hambre han evolucionado con el tiempo", indica el texto, al que tuvo acceso la cadena Al Jazeera.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU tildó la alimentación forzosa en Guantánamo de "tortura". Por su parte, la Asociación Médica Americana (AMA) aseguró que la alimentación forzada viola la ética médica.
"Todo paciente capacitado tiene derecho a rechazar la intervención médica, incluyendo las actuaciones para mantenerlo en vida", escribió el presidente de la AMA, Jeremy Lazarus, al secretario de Defensa, Chuck Hagel.
Según Leonard Rubenstein, investigador principal del Centro de Salud Pública y Derechos Humanos de la Universidad Johns Hopkins, estos datos son realmente preocupantes, ya que evidencian que los médicos y las enfermeras son simplemente "apéndices del aparato de seguridad".