A tales conclusiones ha llegado el catedrático de geografía en la Universidad de Al Aqsa, Akram al Hallaq, tras una investigación realizada con asistencia de los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según los datos recaudados por el ente internacional, el 95% del agua disponible en la Franja de Gaza no es potable. Un alto porcentaje de nitratos y cloruro de potasio, que se acumulan con el tiempo, impiden incluso su depuración para el consumo humano. El consumo de varios litros daña considerablemente la salud.
El profesor Al Hallaq atribuyó una parte del problema al aumento de la demanda, debido a la explosión demográfica y a una alta dependencia económica del sector agrícola, que consume mucha agua. Pero ante todo resalta la "piratería israelí": el robo premeditado de los recursos hídricos subterráneos de los territorios palestinos.
A lo largo de la 'línea verde' los israelíes han abierto 26 pozos, de los cuales bombean durante 18 horas al día el agua procedente de las zonas elevadas de Cisjordania. El investigador computó que de esta manera Israel se apropia anualmente de unos 12 millones de metros cúbicos de agua más o menos limpia que podría aliviar la difícil situación que se registra en Gaza. De esta manera, Tel Aviv no paga nada y tampoco permite el acceso al agua a los habitantes del enclave.
El problema del agua no solo se percibe en los hogares sino que también se sufre mucho en el campo, donde se puede medir su impacto económico. La única zona de la Franja donde el agua es apta todavía para la agricultura es el extremo noreste, donde se ubican los campos de fresas de Beit Lahiya. En el resto del territorio palestino los agricultores se ven obligados a dejar los cultivos por falta de acceso al agua.