Los pobladores de las zonas incomunicadas del resto del país y los propios militantes recogen el petróleo con baldes y lo depositan en unas cisternas, que posteriormente atraviesan la frontera y se venden en territorio turco. El precio de venta está muy por debajo de los precios del mercado, que supera actualmente los 100 dólares por barril.
"Efectivamente, una parte de los pozos petroleros está en manos de los grupos armados que han liberado esas regiones de las tropas de Bashar al Assad", confirmó al periódico ruso 'Izvestia' un representante del opositor Consejo Nacional Sirio, Mahmud al Hamza. Aparte de la venta, dijo, la población y los jefes de campo instalan unas mini refinerías con el fin de abastecerse de gasolina y aceite.
Una refinería cuesta al menos 230.000 dólares. Los que no cuentan con esta suma, actúan de una forma más simple. Encienden hogueras alrededor de un barril lleno de crudo. El petróleo, al calentarse, se vaporiza y pasa por un largo tubo metálico, donde se condensa. Al otro lado del tubo se obtiene un combustible adulterado. El producto resulta de mala calidad y es enorme la contaminación ambiental, pero no existe otra opción, agregó Al Hamza.
A nivel oficial, la Coalición Nacional Siria niega que haya recibido ingreso alguno de este 'sector petrolero', pero no descartan la existencia de ciertos proyectos para el futuro. Según los planes que se están elaborando, después del derrocamiento del Gobierno legítimo, la Unión Europea les ayudaría en la exploración de los yacimientos de hidrocarburos y en el alivio de la economía en general.