Además, el inquilino morsa "atrapará y comerá" los peces y cangrejos que le arroje el hombre.
Nunca ha tenido una amistad tan agradable con nadie, sea humano o no. Fueron, posiblemente, los más intensos y maravillosos años de mi vida
El dueño de la casa explica que ha tenido una vida larga e interesante pero que los recuerdos más vívidos que tiene son los de su estancia solitaria en la isla de San Lorenzo durante tres años.
Escribe que aquel tiempo disfrutaba de la compañía de una morsa a la que llamó Gregory.
"Nunca ha tenido una amistad tan agradable con nadie, sea humano o no. Fueron, posiblemente, los más intensos y maravillosos años de mi vida. Tras abandonar la isla estuve meses con el corazón roto", relató el hombre.
Ahora que se ha jubilado y establecido en la ciudad de Brighton, quiere volver a experimentar las buenas emociones.
A cambio de satisfacer el capricho tan específico, al inquilino se le ofrece una espaciosa habitación doble y acceso a todas las comodidades y rincones de la casa, con la excepción del dormitorio y taller del dueño.