Necesitaba ponerle fin a aquello
El director, consternado por esta confesión, acudió de inmediato a los servicios de Infancia y Familia y a la Policía para denunciar los hechos. Desde entonces el caso sigue la vía judicial. Tanto la Policía como los servicios sociales dicen que la mujer ha negado los hechos, y han declinado hacer más declaraciones.
La mujer y el niño, cuyos nombres no han sido revelados para preservar su derecho a la intimidad, viven en el principal distrito de North Island, en Auckland.
Implicaciones sociales y legales del caso
Expertos que trabajan en el área de los abusos sexuales a menores opinan que el caso pone de relieve la falta de atención a las mujeres como potenciales criminales, de acuerdo con el 'New Zealand Herald', que informó de la historia.
El caso, que ha conmocionado a la opinión pública neozelandesa, ha puesto también en el punto de mira la legislación de este país, según la cual el delito de violación se aplica sólo a los hombres, que se enfrentan a una pena máxima de 20 años. Las mujeres que fuercen a otra persona a tener relaciones sexuales con ellas no pueden ser condenadas por violación, sino por abuso sexual, y suelen enfrentarse a un máximo de 14 años de prisión.
Una parte de la sociedad considera discriminatoria esta diferencia, pues sólo los hombres pueden cargar con el estigma de violadores y han de pagar un precio más alto que una mujer por un delito idéntico.
A este respecto, la ministra de Justicia, Judith Collins, señaló que "este caso plantea una cuestión importante. Voy a buscar el asesoramiento de expertos sobre si se requiere o no un cambio de la legislación".