En vísperas de la Gran Guerra Patria (1939-1941)
La Segunda Guerra Mundial es el resultado de un conflicto global de mediados del siglo XX, cuyas raíces hace falta buscar en el choque de los intereses estratégicos de Alemania y Francia en el siglo XIX. La Primera Guerra Mundial creó todas las condiciones para que esta bomba de efecto retardado explotase. Según las condiciones del Tratado de Versalles de 1919, Alemania no sólo perdió algunas partes de su territorio, sino que también estaba obligada a pagar indemnizaciones considerables. Fueron establecidas también restricciones serias al Ejército alemán: el Wermacht no podía acceder a los pertrechos modernos, construir barcos de guerra y el número de efectivos no debía superar los 100.000 individuos.
Estas condiciones fueron no sólo pesadas, sino también humillantes para el pueblo alemán. Así se crearon las condiciones favorables para la llegada al poder de los fascistas. Muy rápidamente las ideas del fascismo pasaron a la acción, con el objetivo de dominar el mundo. Europa sintió el aliento cercano de la guerra ya a mediados de los años 30.
En aquel entonces comenzó la formación de dos bloques: hitleriano, donde entraron Alemania, Italia, Finlandia, Hungría, Rumanía y Japón; y antihitleriano: Gran Bretaña, Francia y los EE. UU. Como resultado de la oposición de estas dos coaliciones debía surgir inevitablemente un conflicto bélico.
Durante los años que precedieron a la actuación directa de la URSS en las operaciones militares, la dirección soviética hizo tentativas de resistir diplomáticamente contra la agresión alemana. Pero en los difíciles enredos de la diplomacia europea las iniciativas soviéticas no encontraron ningún apoyo. Por un lado, la URSS seguía siendo el adversario ideológico esencial del Occidente capitalista. Por otro lado, la dirección de los países europeos estimaba como baja la posible combatividad del Ejército Rojo. Las represiones de 1937 que afectaron incluso al ejército, que perdió una parte considerable del cuerpo de oficiales, se percibían en Europa como el indicio de una crisis interior seria.
Es significativo que Hitler, que exponía el 5 de noviembre de 1937 ante el Estado Mayor sus planes acerca de Austria y Checoslovaquia, rechazara por completo la posibilidad de alguna reacción militar por parte de la URSS, a causa del caos que reinaba allí. Por último Francia y Gran Bretaña hasta el final esperaban que, realizando una política tolerante, sin oponerse al régimen fascista, se ganarían su benevolencia. Por eso la dirección de estos países permitió que Alemania se anexionase Austria y ocupara Checoslovaquia. Pero el apetito del joven Estado fascista no hacía más que crecer. A fin de cuentas, la táctica escogida por los líderes de Francia y Gran Bretaña contribuía al debilitamiento de sus posiciones geopolíticas y el reforzamiento de Alemania.
MÚNICH: EL PREÁMBULO DE LA II GUERRA MUNDIAL
En la situación de la política de "seguridad colectiva” realizada por la Unión Soviética, la única variante de resistencia diplomática contra la presión de Alemania se encontró sin salida. La URSS se vio obligada a buscar el acercamiento con Alemania, a pesar de las considerables divergencias ideológicas y la activación del Pacto Antikomintern (entre el Imperio de Japón, la Alemania Nazi e Italia, dirigido a la restricción del poder soviético en el mundo). Y Hitler ambicionaba evitar la organización de una coalición de los países europeos con la URSS.
Como resultado de las negociaciones con Alemania, el verano de 1939 se firmó un acuerdo comercial, muy ventajoso para la Unión Soviética y también la dirección del Reich declaró su disposición a exigir de Japón el cese de la operación militar contra la URSS. El resultado del proceso de negociaciones fue el 'Tratado de No Agresión' por un plazo de 10 años firmado el 23 de agosto de 1939 por los ministros de Exteriores, Viacheslav Mólotov y Joachim von Ribbentrop. El acta adicional secreta delimitaba las esferas de poder de Alemania y la Unión Soviética en Europa del Este.
Hasta el mayo de 1945 circulaban sólo rumores de la existencia de este documento. La fotocopia del tratado por primera vez fue publicada en 1948 en los EE. UU., pero hasta el verano de 1989 la URSS rechazaba la existencia de este acta. Según el documento, en la esfera de influencia soviética se encontraban Estonia, Letonia, Finlandia, Besarabia y Bukovina del Norte, mientras que en la alemana entró Lituania. El destino del estado Polaco no se discutió diplomáticamente, esta cuestión fue aplazada para el futuro. La noticia sobre el pacto agitó los círculos europeos diplomáticos.
El 1 de septiembre del 1939 el ejército fascista atacó Polonia. Pasaron más de dos semanas y allí se dirigió el Ejército Rojo bajo pretexto de prestar ayuda a “los hermanos ucranianos y bielorrusos” que se habían encontrado en peligro como consecuencia de "la descomposición del sistema estatal polaco”. Como resultado de una serie de negociaciones entre los dos países, Polonia fue dividida entre Alemania y la URSS. Después de dividir Polonia, la URSS se convirtió prácticamente en el aliado de Alemania, lo que dañó considerablemente el prestigio internacional de la Unión Soviética.
Aunque el cambio de la estrategia de la alineación de las relaciones recíprocas con Alemania permitió a Stalin ganar tiempo y aplazar la guerra, el tratado de amistad con Alemania se considera por los historiadores un error de Stalin.
El empeoramiento de las relaciones entre la URSS y Alemania fue inevitable, ya que su unión fue una medida temporal forzada. Alemania, que controlaba al comienzo de 1941 prácticamente toda la Europa Occidental excepto Gran Bretaña, cada vez daba menos importancia a los intereses de su 'aliado' oriental.
Stalin planeaba aplazar el comienzo de la guerra hasta los años 1942-1943, y en esto cometió uno de sus errores esenciales, que tendría consecuencias trágicas para el país.
A pesar de la cooperación entre Alemania y la URSS, la destrucción del bolchevismo permanecía como uno de los objetivos principales de Hitler. En julio de 1940 se impuso la tarea de preparar el plan de la gestión de la guerra contra la URSS. El 18 de diciembre de 1940 firmó el famoso Plan Barbarroja, el plan de invasión de la URSS por parte de las Fuerzas del Eje (Alemania, Italia, Japón).
Según el plan, el ejército del Wermacht debía ocupar el país en tres meses destruyendo por partes el Ejército Rojo en las regiones occidentales del país. De acuerdo con el plan Ost, elaborado junto con el Barbarroja, la parte ocupada de la URSS era considerada como 'espacio vital' de los alemanes, y para ello planificaba acabar con las vidas de 30 millones de rusos, bielorrusos y ucranianos y de 5 a 6 millones de judíos.
Se contemplaba utilizar a otros ciudadanos soviéticos como mano de obra, prohibirles recibir cualquier formación, excepto básica y, si todo seguía según lo previsto, esterilizarles. Al conseguir acceso a las innumerables riquezas naturales de la Unión Soviética, Hitler contaba con que en el futuro sería capaz de luchar contra cualquier continente.
En la primera mitad de 1940 comenzó el desplazamiento de tropas hacia las fronteras soviéticas. Hasta el momento del comienzo de la agresión fascista en esta región consiguieron concentrar a las 190 mejores divisiones del Wermacht y los ejércitos aliados de Italia, Hungría, Rumanía y Finlandia, con un número total de 5,5 millones de soldados.
Aún con todo, la propaganda alemana afirmaba que el objetivo principal del Wermacht era el desembarco en Gran Bretaña. Stalin continuaba creyendo o hacía ver que creía a su pérfido aliado y cumplía todas sus obligaciones según el tratado. Es conocida la anécdota en la que el jefe del estado mayor Zhúkov el 14 de junio se dirigió a Stalin con la proposición de poner al Ejército en el estado de alerta debido a las noticias provenientes de la inteligencia británica que establecían la fecha concreta del comienzo de la operación militar contra la Unión Soviética, el 22 de junio. Sin embargo el secretario general declinó la proposición, pensando que era una provocación por parte de Gran Bretaña.
En junio de 1941 Hitler envió a Mussolini una carta, en la cual le informó sobre la decisión de comenzar la guerra contra la Unión Soviética: "la cooperación con la Unión Soviética no me gustaba, pues en parte me parecía una ruptura con mi origen, mis puntos de vista y mis obligaciones anteriores. Soy feliz de haberme librado de estos tormentos diplomáticos". Antes de irse a dormir la noche del 22 de junio, Hítler afirmó: "no pasarán tres meses y veremos la caída de Rusia, tal y como el mundo no la vio en toda la historia".
Los objetivos de Hitler según el Plan Barbarroja
En el norte de Rusia, en Leningrado (San Petersburgo actual), se encontraba una de las fábricas de armas más grandes, que le proporcionaría al Reich la mayor capacidad industrial para continuar la guerra, a base de las fraguas de la ciudad. Además es el lugar donde empezó la Revolución de 1917.
El centro del país fue el objetivo más atractivo para los jefes militares alemanes, pero Hitler, basándose en la experiencia de Napoleón al tomar Moscú, no le daba gran importancia desde el punto de vista práctico, sino que creía con certeza que la capital representaba un objetivo inigualable por su importancia política. Si Moscú era el centro económico de la URSS, el país caería en poco tiempo tras esta ciudad. En realidad las instituciones políticas y económicas se habían trasladado a Kuybyschev, muy por detrás de la meseta del Volga.
La dirección del sur
Aquí se encontraban las riquezas económicas naturales de la URSS. Ucrania fue 'el granero de Europa', por sus extensas cosechas de cereales, mientras que en Crimea se encontraban minas de hierro. La cuenca del Donetzk tuvo ricos yacimientos de carbón, y extendíendose hasta el Cáucaso se encontraba la mayor fuente de petróleo de Europa. Pero tambíen fue la zona más fortificada, con grandes bastiones: Kursk, Kharkov, Odessa, Rostov, Sebastapol, Kiev, etc.