El 2 de enero el Ministerio del Interior de Arabia Saudita anunció la ejecución del prominente clérigo chiita, jeque Nimr Baqir al-Nimr, junto con otras 46 personas imputadas por planificar y participar en ataques terroristas de Al Qaeda desde el 2003 a 2006. El ajusticiamiento del clérigo chiita por parte de Riad provocó una nueva escalada de tensiones en el golfo Pérsico, ya que se llevó a cabo pese a las numerosas peticiones de Irán para que no lo hiciera.
Teherán elevó una protesta por la ejecución de Al-Nimr. Manifestantes iraníes atacaron la Embajada saudita en Teherán, incendiando el edificio. Por su parte, Arabia Saudita anunció su decisión de romper las relaciones diplomáticas con Irán, acusándole de apoyar a la organización terrorista Al Qaeda.
Además, siguiendo los pasos de Arabia Saudita, Baréin y Sudán informaron que cortaban los lazos con Irán, y Emiratos Árabes Unidos comunicó que limitaba las relaciones diplomáticas con este país.