En el encuentro la adolescente contó en perfecto alemán a Merkel su fácil integración en la escuela desde que llegó hace cuatro años a ese país desde un campo de refugiados en el Líbano. Pero la historia que quería narrar era la de su familia, que desde hace cuatro años espera la resolución de su solicitud de asilo, lo que impide que el padre tenga un trabajo regular o que ella pueda plantearse proyectos a mediano plazo.
"Por supuesto, sois gente muy agradable, pero no podemos decir a todos los migrantes 'venid a Alemania'. Algunos todavía tienen que abandonar el país", dijo la canciller. Tras esto, la chica echó a llorar.
Entonces Merkel se acercó a ella, le acarició la cabeza y dijo que había hablado muy bien en nombre de muchos jóvenes extranjeros que viven en Alemania, aunque no era esa la respuesta que esperaba la joven, cuya familia se enfrenta a una probable deportación.