Un dragaminas de Australia extrajo de las aguas de la Gran Barrera de Coral dos bombas lanzadas por aviones de EE.UU. en julio pasado. Ambas contenían explosivos y presentaban cierto riesgo de contaminación para la zona marina protegida.
Las autoridades de los dos países aseguraron que las bombas no tenían espoletas. Ambos artefactos se encontraban a una profundidad de entre 60 y 70 metros y a unos 30 metros del arrecife de coral más próximo.
Según la explicación oficial, los aviones de combate AV-8B Harrier, enviados para lanzar bombas sobre un polígono militar, no cumplieron con su misión "por razones de seguridad". A los pilotos se les prohibió regresar al portaaviones con la carga explosiva y tomaron la decisión de arrojar las bombas indiscriminadamente al mar.