Estar en permanente interacción en las redes sociales no es bueno para el cerebro, sostiene la investigadora Gabriela González, según recoge el portal Ideal Digital. El temor a perderse algo de lo que ocurre en las redes hace a los usuarios vivir pendientes de Facebook u otros sitios similares.
Ello va modificando negativamente el funcionamiento del cerebro, asegura la científica. Según ella, la ansiedad por conocer las novedades de los amigos modifica los patrones de sueño y, lo más peligroso, impide disfrutar la vida. Desde su punto de vista, ver imágenes de fiestas, vacaciones o comida en Facebook o Instagram genera en el usuario el sentimiento ardiente de envidia y no el deseo de alegrarse por sus seres cercanos.