Según la publicación, el motor del automóvil, que cuesta alrededor de 10 millones de libras (unos 16,1 millones de dólares), arrancó solo al séptimo intento. Mientras el conductor trataba de poner en marcha el coche, la reina "se rió en voz alta y señaló a su chófer", lo que causó cierta confusión de la gente circundante.