El meteorito, cuyos fragmentos desataron el pánico en la región rusa de los Urales, tenía un diámetro de unos 15 metros y pesaba 7.000 toneladas, opina Bill Cooke, jefe del Departamento de Medio Ambiente Astronómico de la Nasa. Según Cooke, el meteorito entró en la atmósfera de la Tierra con una velocidad de 18 kilómetros por segundo y existió allí medio minuto antes de descomponerse.
Cooke calcula que el cuerpo celeste se deshizo a unos 25 kilómetros sobre el nivel del mar liberando unos 300 kilotones de energía, lo que equivale a 20 bombas atómicas: la bomba de Hiroshima tenía unos 16 kilotones, pero explotó a una altura mucho más cercana a la Tierra, a unos 600 metros.