Las aduanas peruanas incautaron 120 kilos de cocaína que iban a ser enviados a Hamburgo y Estambul.
La droga fue descubierta durante la inspección de las cargas de contenedores de exportación e iba a ser embarcada hacia diferentes puertos de Europa. Los paquetes de droga estaban sumergidos en el aceite refrigerante de un transformador.