El Senado de Brasil aprobó un proyecto de reforma del Código Penal que califica la corrupción como "crimen hediondo", es decir, con la misma gravedad que un asesinato o una violación, y que supondrá un incremento en las penas.
El proyecto fue una de las propuestas de la presidenta Dilma Rousseff para dar respuesta a las demandas de los miles de manifestantes, que tomaron las calles de Brasil en plena Copa Confederaciones, para pedir mano firme contra la corrupción y mejores servicios públicos.