La travesía que comenzó en Japón tuvo que adaptarse a los caprichos del viento por lo cual aterrizaron a unos kilómetros de la costa mexicana, en vez de en Canadá. Para mantener a flote el aerostato emplearon energía solar que calentaba el helio. Por la noche, se deshacían poco a poco del peso para contrarrestar la altura. Para esto, llevaron consigo 5 toneladas de arena. Este no es el primer récord del tripulante ruso, ya que en ocasiones anteriores había conseguido 8 condecoraciones en distintas modalidades aeronáuticas.