Desde Portugal hasta Finlandia, las protestas resurgieron como un verdadero brote social. En España, en más de una treintena de ciudades se solidarizaron con la causa. Bélgica y Alemania también han sido partícipes del movimiento.
Miles de personas se sienten inconformes con el modo en que los Gobiernos negocian negocian el tratado, y los posibles impactos que tendrá sobre la economía nacional y regional.