A raíz de la explosión, casi 200 toneladas de material tóxico se esparcieron por la atmósfera. Una capa protectora de hormigón construida en 1986 para paliar las consecuencias de la avería y el posterior incendio no pudo contener al 100% las emisiones. Desde 2007 se está construyendo un sarcófago que cubriría el reactor afectado al menos durante 100 años, pero los trabajos todavía no han terminado.