Occidente aumenta la presión para que se cumplan las sanciones a Rusia, pese a la creciente desconfianza

Los países del G7 se suman al coro e introducen un tope de 60 dólares por barril al petróleo ruso, tras la decisión análoga de la Unión Europea. Lo hacen pese a los suficientes datos sobre el efecto negativo que tendrá esta medida para la economía mundial. Moscú por su parte advierte que el viejo continente tendrá que prescindir de su combustible. El afán restrictivo de Occidente es tal, que los Gobiernos presionan incluso a sus propios ciudadanos para que no se atrevan a evadir las sanciones.