Partiendo de esta premisa y de un conocido experimento con péndulos el joven físico noruego Andreas Wahl ha querido demostrar la ley soltando una bola de hormigón desde su rostro y esperando que al regresar no le rompa, literalmente, la cara.
No es la primera vez que él arriesga su vida. Uno de los experimentos más riesgosos fue poner su pecho descubierto a un balazo bajo el agua.