Al menos así lo explica Scotty Denton, a cuyos hijos se les quitaron las ganas de ir al parque infantil cuando vieron que un columpio oscilaba hacia delante y hacia atrás en un parque desierto, mientras que otros columpios permanecían quietos en el mismo lugar. El padre asegura que no había viento ni una cuerda que pudiera mover al balancín.