Investigadores de la Universidad de Bonn (Alemania) revelaron que la llamada dieta occidental, que se caracteriza por tener altas tasas de consumo de grasas e hidratos de carbono, provoca una reacción del sistema inmune similar a la que experimenta el ser humano cuando sufre infecciones, una situación que aumenta el riesgo de padecer procesos inflamatorios crónicos y enfermedades como la diabetes y la arteriosclerosis.
Durante un mes, esos especialistas alimentaron a ratones con una dieta alta en calorías y un bajo contenido de fibra. En ese espacio de tiempo, los roedores desarrollaron procesos inflamatorios y su sangre presentó grandes cantidades de glóbulos blancos, que participan en la lucha contra agentes patógenos.
La conclusión es que la comida con un alto contenido de carbohidratos y grasas activa genes específicos en las células hematopoyéticas de la médula ósea, responsables de la proliferación y la maduración celular. De hecho, tras normalizar la dieta la inflamación aguda desapareció, pero esos genes permanecieron activos incluso cuatro semanas más tarde.
Según estos científicos, una dieta baja en carbohidratos y grasas no solo reducirá la tasa de obesidad entre las personas, sino también disminuirá el riesgo de que tengan enfermedades crónicas.