La cobra real (Ophiophagus Hannah) es la serpiente venenosa más grande del mundo y una de las más mortales. Sin embargo, tiene un 'punto débil': es considerada una de las serpientes más 'nobles' porque nunca ataca a los humanos sin avisar.
Debido a lo letal que resulta su veneno (un mordisco puede inocular hasta 7 ml de neurotoxina, una cantidad suficiente para incluso matar a un elefante) infunde mucho respeto a todos, menos a algunos pocos con nervios de acero.
Un ejemplo de ese temple es un soldado malayo que la pudo dominar al reptil sin inmutarse.
Las neurotoxinas que contiene el veneno de una cobra provocan insuficiencia respiratoria y muerte en humanos. El antídoto está hecho del mismo veneno.