El príncipe Enrique y su esposa Meghan Markle se molestaron al saber que no se les permitiría entrar este lunes a la abadía de Westminster de Londres junto a la reina Isabel II y los demás miembros de la monarquía británica durante su último acto público antes de alejarse definitivamente de la familia real a finales de este mes, según informó este lunes el periódico Daily Mail.
De acuerdo con el protocolo, la reina y los miembros de la realeza son siempre los últimos en llegar y participar en una procesión hasta la abadía. No obstante, los duques de Sussex fueron informados de que tendrían que dirigirse directamente a sus asientos antes de la llegada de la familia real, una decisión que fue tomada directamente por la oficina de la reina, según el periódico.
"Parece que [el príncipe Enrique y Meghan] fueron bastante sensibles y emocionales al respecto", dijo una fuente real a Daily Mail, mientras que otra señaló que "aunque son inflexibles sobre el deseo de renunciar, parecen bastante preocupados con el estatus que mantendrán y el hecho de que Enrique sigue siendo sexto en la línea del trono".
Además, el medio señala que los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, "temiendo otro rifirrafe real público", se ofrecieron a unirse al príncipe Enrique y Meghan mientras esperaban en sus asientos la llegada de Isabel II.
No obstante, Guillermo y Catalina se vieron obligados finalmente a entrar en la abadía junto con la reina y los demás miembros de la realeza, ya que se habían imprimido 2.000 órdenes de servicio en la que se especificaba que los duques de Cambridge entrarían con la comitiva real.
El Palacio de Buckingham, por su parte, intentó explicar la situación insistiendo en que no había "un formato establecido para este servicio anual", ya que este "dependía de cuántos miembros de la familia real asistieran".