Los gatos son considerados grandes predadores y, comúnmente, se les atribuye una gran capacidad para cazar ratas. Y es que, a través de la oralidad, e incluso de los dibujos animados, se ha extendido y arraigado en muchas culturas la creencia de que son un efectivo método de control de estos animales, tan odiados por muchos.
Sin embargo, a lo largo del tiempo, varias investigaciones han demostrado que estas adorables mascotas son en realidad pésimos cazadores de ratas. El medio The Conversation, citando algunas de ellas, explicó recientemente que en realidad estos roedores son rara vez el blanco predilecto de los felinos.
Si bien los gatos pueden llegar a interactuar con ratas, muchas veces esto no implica que estas últimas terminen muertas o devoradas. Gregory Glass, profesor de la Universidad de Florida, que ha estudiado las interacciones entre felinos y roedores durante décadas, asegura que ambas especies tienen más probabilidades de ignorarse o evitarse entre sí que de entrar en un conflicto abierto. "Se puede ver a muchos gatos y ratas acomodándose entre sí, pasando con cuidado unos entre otros, comiendo de la misma bolsa de basura", dice.
Además, se ha demostrado que el tamaño es un factor determinante a la hora de sus ataques. Si un gato tiene que elegir entre atacar a un ave o una rata —que puede llegar a pesar y a medir muchísimo más—, tenderán a optar por la presa menos desafiante. "Una vez que la rata llega a la pubertad, es demasiado grande y desagradable para que el gato pueda lidiar con ella", añade Glass.
La cautela que poseen las ratas, como parte de su respuesta adaptativa a un entorno, también les ha ayudado a mantenerse con vida. Ante la presencia de un felino que, pese a su incompetencia, sigue siendo un peligroso depredador, estos roedores modifican su comportamiento. De este modo, tratan de mantenerse fuera del radar de estos potenciales enemigos y coincidir los menos posible con ellos si cohabitan.
A simple vista este fenómeno suele hacer ver a los gatos como herramientas confiables a la hora de exterminar ratas, ya que los humanos dejan de verlas, cuando en realidad su población puede seguir siendo la misma o hasta haber aumentado mientras se escabullen. "La gente ve menos ratas y asume que es porque los gatos las han matado, cuando en realidad se debe a que las ratas cambiaron su comportamiento", afirma el investigador Michael Parsons, de la Universidad de Fordham (EE.UU.).
Por otro lado, vale señalar que las ratas representan apenas una pequeña parte de la dieta de estos felinos. Un estudio publicado el año pasado por investigadores de la Universidad de Auburn (EE.UU.) encontró que se alimentan de una amplia variedad de aves, mamíferos, reptiles, entre otros. Se calcula que consumen en total 2.084 especies diferentes, de las cuales la mayoría son aves (47 %). Los mamíferos, entre ellos las ratas, representan el 21 %.
Si bien el impacto de los gatos en la biodiversidad global no se puede negar, en lo que respecta a los ratones es en definitiva insignificante. "Los beneficios de liberar gatos son superados con creces por los riesgos para la vida silvestre", señala Parsons, quien cree que la clave para controlar las poblaciones de roedores a nivel urbano es la gestión de residuos, evitando la acumulación de basura en las calles, algo que las atrae.
En este sentido, la ciudad de Nueva York, famosa por sus esfuerzos por ganar la guerra a las ratas, presentó en julio nuevas medidas. Su alcalde, Eric Adams, anunció la introducción de cubos de basura en las calles, destinados a librar la urbe de roedores y cúmulos de desechos en las aceras.
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