¿Cómo fueron las históricas últimas 24 horas de vida de Adolf Hitler?
29 de abril de 1945
Desde primera hora de la mañana la desesperación de los ciudadanos alemanes que salen de los búnkeres en busca de comida no hace más que agravarse, según palabras de Armin Lehmann, un chico de 16 años miembro de las juventudes hitlerianas. No existe contacto telefónico con el mundo exterior porque las líneas telefónicas han sido cortadas durante el avance soviético. Los miembros de las juventudes hitlerianas ahora deben arriesgar su vida varias veces al día para llevar los mensajes entre el Ejército alemán y el Fuhrerbunker, donde se encontraba el líder nazi Adolf Hitler. "Era una ruleta rusa", sostiene Lehmann, escribe el diario 'Daily Mail' a partir de la información recogida en el libro 'Minuto a minuto: el último día de Hitler', de Jonathan Mayo y Emma Craigie.
En el búnker de la Cancillería del Reich, Hitler se ha acostado en su cama completamente vestido. Llegan su ayudante de cámara y el barbero para vestirlo, recortarle el bigote y realizarle el corte de pelo quincenal. También le proporcionan unas gotas de cocaína para los dolores de su ojo derecho.
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Cerca de las dos de la tarde Hitler almuerza con Eva Braun, con quien se ha casado hace unas horas, y sus dos secretarias. "Nunca caeré en manos de los enemigos, ya sea vivo o muerto. He dado órdenes de quemar mi cuerpo con lo que nunca será encontrado", afirma el líder nazi en la comida. "La mejor manera es pegarse un tiro en la boca. El cráneo se destroza y tú no notas nada. La muerte es instantánea", sostiene Hitler, ante lo que Eva responde: "Quiero ser un cadáver hermoso; tomaré veneno", mientras muestra a las secretarias una cajita con una ampolla de cianuro que guarda en el bolsillo de su vestido. Hitler asegura a sus secretarias que conseguirá asimismo veneno para ellas y por la tarde, antes de la sesión informativa diaria con sus generales, ordena matar a su perra Blondi para comprobar que realmente el cianuro es letal. El cuerpo del animal es enterrado en los jardines de la Cancillería y sus cuatro cachorros son sacrificados de un disparo y enterrados con ella.
Sobre las 22:00 horas, Hitler se sienta en la mesa de la sala de conferencias del Fuhrerbunker para leer la transcripción de una emisión sobre la muerte del dictador italiano Benito Mussolini. Ordena el envío de un mensaje al Ejército alemán con preguntas acerca del momento y del lugar en el que atacarán a las fuerzas soviéticas, entre otras. Las preguntas reflejan la desconexión que tiene el líder nazi con la realidad militar de aquel momento. Ninguno de sus comandantes confía en la posibilidad de salvar Berlín.
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30 de abril de 1945
Alrededor de 25 guardas y trabajadores de la Cancillería del Reich son convocados en el Fuhrerbunker, donde el líder nazi los informa de que pretende quitarse la vida antes que ser capturado con vida por las fuerzas soviéticas. "No quiero ser mostrado en una exposición de un museo", declara Hitler mientras procede a darle la mano a cada uno de ellos, agradeciéndoles sus servicios y diciéndoles que quedan liberados de su juramento de lealtad. El doctor de las SS Ernst Schenck señala que Hitler se encuentra encorvado y con temblor en las extremidades, clara muestra de la enfermedad de Parkinson que padece, mientras avanza a lo largo de la línea de médicos.
Cerca de las tres de la mañana, Hitler es informado de que las tropas alemanas no pueden llegar hasta Berlín. Frustrado, el líder nazi envía un mensaje al almirante Donitz, jefe de la Marina de guerra alemana: "deben tomarse medidas inmediatas y despiadada contra los traidores".
Preocupado, Hitler mantiene una conversación profunda con el doctor Haase en la que le dice que quiere morir al mismo tiempo que Eva. Acuerdan que en el momento del suicidio Hitler tendrá dos pistolas por si una de ellas se quedara atascada y Eva tendrá dos cápsulas de cianuro a su disposición, en caso de que una no fuera suficiente. El doctor habla asimismo con Eva y le aconseja que se coloque la cápsula de veneno en la boca y la muerda en cuanto escuche el disparo de su marido.
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A las cuatro y media de la madrugada, Hitler se retira a su dormitorio y dos horas más tarde se reúne con el general Mohnke para preguntarle cuánto tiempo podrán aguantar. "20 o 24 horas como máximo", responde el militar. Los soldados soviéticos se encuentran cada vez más cerca del Reichstag.
Por segundo día consecutivo, el ayudante de cámara encuentra al líder nazi vestido y tumbado en su cama. Hitler se levanta indicando silencio con el dedo y observa que la respuesta ante un mensaje de radio de Berlín pidiendo actualizaciones es: "Los rusos se encuentran en las proximidades". Eva, quien apenas ha dormido, se acerca a los jardines de la cancillería para ver el sol por última vez entre un cielo oscurecido por el humo de los bombardeos, que se intensifican a cada instante.
Poco tiempo después, Hitler y Braun fueron encontrados sentados en el sofá del despacho; ella recostada a su izquierda desprendiendo el olor a almendras amargas característico del ácido prúsico y con un revólver al lado que no llegó a utilizar, mientras que Hitler tenía a sus pies la pistola con la que se había disparado un tiro en la sien derecha.