El loco intento de EE.UU. de construir una aeronave de propulsión nuclear
A comienzos de la época atómica, cuando la energía nuclear parecía un boleto para un futuro de posibilidades ilimitadas, Estados Unidos exploró todo tipo de conceptos de propulsión nuclear. Algunos, como las plantas de propulsión nuclear para submarinos y buques de guerra, se mostraron revolucionarios y eficaces. Otros se pudieron realizar pero resultaron poco prácticos, cuenta un artículo de la revista estadounidense 'The National Interest'.
Quizá el más futurista de estos proyectos fue una aeronave de propulsión nuclear, pero miles de millones de dólares, enormes recursos humanos y varios años perdidos en las investigaciones del programa de Aviones de Propulsión Nuclear (ANP, según sus siglas en inglés) antes de su cierre se tradujeron en ideas 'salvajes' de ingenieros de General Electric.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ingenieros estadounidenses se dedicaron a averiguar cómo instalar un reactor en un avión y hacer que generase empuje de forma segura. Sin embargo, el Gobierno estadounidense no pudo encontrar la manera de pagar aquello ni de entender para qué lo necesitaban.
Hoy en día el programa ANP es recordado como un despilfarro de la era atómica 'temprana' cuyo único resultado consiste en enormes instalaciones experimentales de tres pisos de altura y hangares gigantes con paredes de 1,8 metros de grosor.
En el momento de su cancelación, el programa estaba a punto de desarrollar una instalación capaz de ser montada en una aeronave y un fuselaje de avión para proceder al programa de pruebas de vuelo. Sin embargo, las dudas sobre el futuro de los bombarderos tripulados y la preocupación por posibles accidentes ensombrecieron el costoso programa.
Pero todo ese dinero y esfuerzo produjeron algunas ideas locas sobre lo que se podría hacer con toda esa tecnología. Después de que la Administración Kennedy cancelara el programa ANP a principios de 1961, el mayor contratista general del programa, General Electric, elaboró un informe de 21 volúmenes sobre el proyecto.
El informe resumió una impresionante variedad de estudios sobre pequeños motores nucleares ligeros para todo, desde hidroaviones a cohetes, e incluso helicópteros.
Para conseguir un pequeño reactor para aeronaves se precisó despojarlo de carcasa y utilizar su producción de calor para expandir el aire, en lugar de quemar combustible para producir empuje. Poca protección significa peligro para la tripulación y contaminación. Los diseños de turborreactores y turbohélices requieren complicados procesos para transferir el calor desde el núcleo del reactor a los motores. Algunos diseños utilizaron metal líquido para el refrigerante y la transferencia de calor.
El programa ANP resolvió la mayor parte de los problemas de seguridad pero únicamente para los sistemas de ciclo abierto. La primera generación de aviones atómicos iba a ser bastante sucia.
Los diseños conceptuales de aviones subsónicos incluían vehículos de transporte aéreo, hidroaviones y bancos de pruebas. Un enorme C-99 de dos pisos derivado del bombardero estratégico B-36, un hidroavión P6M Seamaster y un bombardero estratégico B-52 de Boeing fueron probados en vuelo con motores nucleares.
Pero la última aplicación estudiada de estos motores superó todos los proyectos por lo avanzado de la idea. Los ingenieros de General Electric esbozaron una nave espacial interplanetaria que usaba hidrógeno líquido y 21 reactores para lanzar sus componentes desde la superficie de la Tierra hasta Marte en un vuelo de tres semanas. Ningún sistema moderno contempla tal aplicación hasta ahora.
"Si echamos la vista medio siglo atrás, a una era de mayor fe en la energía nuclear, es fácil sacudir la cabeza con asombro... ¿En qué estaban pensando?", se pregunta 'The National Interest'. Pues veces incluso en helicópteros de propulsión nuclear...