Un miembro del Estado Islámico describe cómo preparó a 15 suicidas para sus misiones asesinas
Durante un año, Abu Abdullah, conocido como el emir de Bagdad, fue el hombre más buscado de Irak. Hasta que fue atrapado y encarcelado se encargó de planificar los ataques y de reclutar a los suicidas que se inmolaban en mezquitas, universidades, mercados, puestos de control y cualquier otro rincón de la capital iraquí. El hombre, atrapado en julio del año pasado, no muestra ningún remordimiento por los atentados que acabaron con la vida de familias enteras.
Entrevistado por el portal del diario británico 'The Guardian', Abdullah relata cómo desempeñó su rol como arquitecto de una de las más salvajes campañas terroristas de Oriente Medio, en las que preparaba los cinturones con explosivos, cargaba los coches bomba y elegía dónde atacar.
En el reportaje sobre su papel en el Estado Islámico también revela que se encargó de preparar al menos a 15 atacantes con los que oraba antes de dirigirlos hacia sus objetivos. Después, miraba de cerca hasta que los veía explotar. Según estimó, en esas incursiones murieron más de 100 personas, entre miembros de las fuerzas de seguridad y civiles.
A quienes llegaban para cumplir las misiones, Abu Abdullah los recibía y "leía el Corán con ellos". También ayudaba a acomodar su "cinturón suicida" y a "ocultarlo para que los puestos de control no lo encontraran". "Todos tuvieron éxito", afirma.
Nacido chiita pero convertido en sunita, Ibrahim Ammar Ali al-Khazali, tal su verdadero nombre, comenzó su camino dentro del terrorismo islámico en 2004, pero fue en 2007 cuando un enfrentamiento con los militares iraquíes lo marcó para siempre. En esa lucha, recibió un disparo en la cabeza. Las cicatrices aún son visibles cerca de su oreja izquierda.
No se arrepiente de nada
Aunque lleva un año en una cárcel de máxima seguridad, a la espera de una segura condena a muerte, Abu Abdullah no se arrepiente de ninguno de los ataques y asegura que todas las personas que murieron en los atentados que ayudó a planificar eran "objetivos legítimos", mientras que todos los suicidas "serán aceptados por Dios".
"Hubo solo una vez en la que me lamenté. Un mártir al que llevé al mercado de Qadhimeya se inmoló cerca de una mujer y de chicos. Al día siguiente ya estaba en calma. Sabía que tenía que ser fiel a mi ideología", describió.
Abu Abdullah está alejado de las operaciones desde que fue detenido y, pese a esperar su final, aún tiene tiempo para lanzar una advertencia a Occidente: "El Islam está llegando. Lo que el Estado Islámico logró el año pasado no puede ser deshecho. El califato es una realidad".