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EE.UU. calcula qué armamento necesita para debilitar a las Fuerzas Aéreas de Siria
Mientras la Casa Blanca y el Congreso no se ponen de acuerdo sobre si atacar o no a Siria, un analista militar estadounidense, Christopher Harmer, ya ha calculado que armamento necesita para debilitar a las Fuerzas Aéreas de Siria.
Analista del Instituto para el Estudio de la Guerra con sede en Washington, Harmer ha evaluado que para debilitar a la Fuerza Aérea siria harían falta 3 buques y 24 cazas y que para destruir las 6 bases que usa la Fuerza Aérea siria (FAS) se requieren 12 unidades de armas de precisión: cuatro misiles de crucero Tomahawk, cuatro misiles de crucero JASSM tipo 'aire-tierra' y cuatro bombas JSOW (Arma de Lanzamiento a Distancia Conjunta).
En total, sostiene el analista, para lanzar el primer ataque se requerirían 72 municiones de alta precisión de entre 220 y 450 kilos, lo que conllevaría un coste de unos 45 millones de dólares. El propósito del segundo ataque serían los aviones de la FAS —el analista contó 109 metas en seis principales bases—, para el cual se requerirían 109 Tomahawks (otras 71 millones de dólares).
"Los posteriores ataques que se pueden realizar cada siete o diez días, de menor potencia, harán imposible restablecer las bases aéreas, y la FAS sencillamente dejará de existir", dijo Harmer, subrayando que toda la operación puede llevarse a cabo sin invadir el espacio aéreo sirio, o sea desde Turquía, Jordania, Arabia Saudita o Israel.
El máximo jefe militar de EE.UU., Martin Dempsey, dijo a finales de julio que el Pentágono proporcionó a la Administración Obama distintas posibilidades sobre cómo podría usar Washington la fuerza militar en Siria, pero que la presidencia no había tomado una decisión al respecto. El comandante militar de EE.UU. prefirió no entrar en detalles, aunque los miembros del Comité del Senado sobre Fuerzas Armadas insistieron en aclarar la estrategia final del conflicto en Siria.
En junio la Administración Obama acusó al presidente sirio, Bashar al Assad, de haber utilizado armas químicas. El presidente estadounidense afirmó que el Gobierno sirio cruzó la línea roja y que en este sentido entra dentro de lo posible una intervención estadounidense. Las opciones militares que EE.UU. baraja varían desde ataques puntuales contra la infraestructura relacionada con armas químicas, pasando por el envío de una mayor cantidad de armas a los rebeldes y la creación de zonas de exclusión aérea, hasta emplazar incluso unos 20.000 efectivos en Jordania, desde donde podría efectuar una invasión terrestre.
El embajador de Rusia ante la ONU, Vitali Churkin, informó que, tras analizar las huellas de las sustancias empleadas, los peritos rusos llegaron a la conclusión de que fueron los rebeldes sirios y no el Ejército quienes usaron armas químicas el pasado mes de marzo. En esta misma línea se expresó el canciller ruso, Serguéi Lavrov, que reiteró que, a diferencia de lo que hace Occidente, Rusia no oculta pruebas del uso de armas químicas en Siria.
En total, sostiene el analista, para lanzar el primer ataque se requerirían 72 municiones de alta precisión de entre 220 y 450 kilos, lo que conllevaría un coste de unos 45 millones de dólares. El propósito del segundo ataque serían los aviones de la FAS —el analista contó 109 metas en seis principales bases—, para el cual se requerirían 109 Tomahawks (otras 71 millones de dólares).
"Los posteriores ataques que se pueden realizar cada siete o diez días, de menor potencia, harán imposible restablecer las bases aéreas, y la FAS sencillamente dejará de existir", dijo Harmer, subrayando que toda la operación puede llevarse a cabo sin invadir el espacio aéreo sirio, o sea desde Turquía, Jordania, Arabia Saudita o Israel.
El máximo jefe militar de EE.UU., Martin Dempsey, dijo a finales de julio que el Pentágono proporcionó a la Administración Obama distintas posibilidades sobre cómo podría usar Washington la fuerza militar en Siria, pero que la presidencia no había tomado una decisión al respecto. El comandante militar de EE.UU. prefirió no entrar en detalles, aunque los miembros del Comité del Senado sobre Fuerzas Armadas insistieron en aclarar la estrategia final del conflicto en Siria.
En junio la Administración Obama acusó al presidente sirio, Bashar al Assad, de haber utilizado armas químicas. El presidente estadounidense afirmó que el Gobierno sirio cruzó la línea roja y que en este sentido entra dentro de lo posible una intervención estadounidense. Las opciones militares que EE.UU. baraja varían desde ataques puntuales contra la infraestructura relacionada con armas químicas, pasando por el envío de una mayor cantidad de armas a los rebeldes y la creación de zonas de exclusión aérea, hasta emplazar incluso unos 20.000 efectivos en Jordania, desde donde podría efectuar una invasión terrestre.
El embajador de Rusia ante la ONU, Vitali Churkin, informó que, tras analizar las huellas de las sustancias empleadas, los peritos rusos llegaron a la conclusión de que fueron los rebeldes sirios y no el Ejército quienes usaron armas químicas el pasado mes de marzo. En esta misma línea se expresó el canciller ruso, Serguéi Lavrov, que reiteró que, a diferencia de lo que hace Occidente, Rusia no oculta pruebas del uso de armas químicas en Siria.
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