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El impacto de Fukushima en la costa oeste de EE.UU., ¿está aún por saberse?
Las autoridades de EE.UU. niegan el impacto de la averiada central de Fukushima-1 en los niveles de radiación registrados en la costa pacífica del país. Y eso que algunos oceanógrafos predijeron con antelación la llegada de cesio-137 a California.
A finales de diciembre un video que evidenciaba el espectacular crecimiento de la radiación ionizante a medida que el medidor se acercaba al agua llegó a ser viral en la Red. En algunas zonas del litoral en el condado de San Mateo la entrada al océano duplicaba o triplicaba el número de partículas que registraba el contador Geiger respecto a lo que se observaba a medio centenar de metros de distancia del agua.
Ante la inquietud pública generada por la revelación del usuario 'Kill Your TV', las autoridades locales se vieron obligadas a reaccionar de algún modo. Enviaron a sus propios expertos al litoral para verificar las mediciones y, al darse cuenta de que las cifras eran más o menos correctas, aseguraron "que no significaban nada".
"No es algo que nos haga sentir una preocupación inmediata por la salud pública", declaró el director del servicio de Salud Ambiental del condado, Dean Peterson. "Ni siquiera estamos dispuestos a decir que algo de eso se debiera a Fukushima". "Francamente creo que el resultado final de esto será que solo se trata de unos niveles más altos de la radiación de fondo", agregó.
El funcionario insistió en que el mar sigue siendo bastante seguro para la gente y el contador Geiger no es un dispositivo apropiado para estimar el peligro real. Una persona tendría que exponerse a niveles de radiación tan altos como 1 microsievert por hora durante 50.000 horas para que su salud alarmara a las autoridades sanitarias, precisó.
La Agencia de Protección Ambiental y el Departamento de Salud Pública de EE.UU. continúan una investigación sobre las causas de la radiación registrada en el litoral. Se espera que más información sea dada a conocer esta misma semana. Pero por los comentarios que dejan los espectadores del video de 'Kill Your TV' hay poco optimismo sobre los posibles resultados de dicha investigación.
Según recuerda el sitio web Infowars.com, los funcionarios de la Agencia de Protección Ambiental mintieron deliberadamente en las semanas posteriores a la tragedia de 11-S diciendo que respirar el polvo en Manhattan “no representaba peligro para los rescatistas y otros trabajadores”. Fuentes con información privilegiada indicaron posteriormente que así lo aseguraron a sabiendas de que el polvo estaba altamente contaminado con asbesto. La consecuencia de aquella negligencia fue la enfermedad de 20.000 personas que realizaron trabajos en la 'Zona Cero', algunas de las cuales ya han muerto.
Mientras tanto, los científicos de China y Corea del Sur desarrollaron un mapa interactivo que indica cómo el cesio-137 avanza hacia el continente americano, y qué poblaciones costeras podrían quedar expuestas a sus efectos nocivos. Según sus previsiones, el desastre nuclear japonés ya podría estar presente desde las rocas de Alaska hasta las playas de Ensenada, en Baja California, México.
Además del chirrido, cada vez más frecuente, de los contadores Geiger, hay señales inquietantes en los cardúmenes y las poblaciones de animales en las zonas aledañas a la costa oeste de América del Norte. Se han incrementado además la mortalidad de aves y las enfermedades de piel en osos polares, focas y morsas y hay cada vez hay menos fundamentos para atribuirlas al cambio climático.
Ante la inquietud pública generada por la revelación del usuario 'Kill Your TV', las autoridades locales se vieron obligadas a reaccionar de algún modo. Enviaron a sus propios expertos al litoral para verificar las mediciones y, al darse cuenta de que las cifras eran más o menos correctas, aseguraron "que no significaban nada".
"No es algo que nos haga sentir una preocupación inmediata por la salud pública", declaró el director del servicio de Salud Ambiental del condado, Dean Peterson. "Ni siquiera estamos dispuestos a decir que algo de eso se debiera a Fukushima". "Francamente creo que el resultado final de esto será que solo se trata de unos niveles más altos de la radiación de fondo", agregó.
El funcionario insistió en que el mar sigue siendo bastante seguro para la gente y el contador Geiger no es un dispositivo apropiado para estimar el peligro real. Una persona tendría que exponerse a niveles de radiación tan altos como 1 microsievert por hora durante 50.000 horas para que su salud alarmara a las autoridades sanitarias, precisó.
La Agencia de Protección Ambiental y el Departamento de Salud Pública de EE.UU. continúan una investigación sobre las causas de la radiación registrada en el litoral. Se espera que más información sea dada a conocer esta misma semana. Pero por los comentarios que dejan los espectadores del video de 'Kill Your TV' hay poco optimismo sobre los posibles resultados de dicha investigación.
Según recuerda el sitio web Infowars.com, los funcionarios de la Agencia de Protección Ambiental mintieron deliberadamente en las semanas posteriores a la tragedia de 11-S diciendo que respirar el polvo en Manhattan “no representaba peligro para los rescatistas y otros trabajadores”. Fuentes con información privilegiada indicaron posteriormente que así lo aseguraron a sabiendas de que el polvo estaba altamente contaminado con asbesto. La consecuencia de aquella negligencia fue la enfermedad de 20.000 personas que realizaron trabajos en la 'Zona Cero', algunas de las cuales ya han muerto.
Mientras tanto, los científicos de China y Corea del Sur desarrollaron un mapa interactivo que indica cómo el cesio-137 avanza hacia el continente americano, y qué poblaciones costeras podrían quedar expuestas a sus efectos nocivos. Según sus previsiones, el desastre nuclear japonés ya podría estar presente desde las rocas de Alaska hasta las playas de Ensenada, en Baja California, México.
Además del chirrido, cada vez más frecuente, de los contadores Geiger, hay señales inquietantes en los cardúmenes y las poblaciones de animales en las zonas aledañas a la costa oeste de América del Norte. Se han incrementado además la mortalidad de aves y las enfermedades de piel en osos polares, focas y morsas y hay cada vez hay menos fundamentos para atribuirlas al cambio climático.
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