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¿Se encaminan China y Japón al conflicto armado?

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Asia Oriental es una poderosa región económica, pero su avance en este campo no parece reflejarse en el de las relaciones entre los países, sobre todo debido al asunto de la soberanía sobre las islas en disputa entre Japón, China y Corea del Sur.
Dos recientes artículos de 'The Telegraph' con acusaciones mutuas entre el embajador de China en el Reino Unido y de su homólogo japonés muestran las claras diferencias en los puntos de vista de los dos países acerca de estas disputas. El exembajador británico en Corea del Norte, John Everard, mantiene en un nuevo artículo de análisis en 'The Telegraph' que de momento no existe ninguna base política para resolver el enfrentamiento "de rencor" en la región. 

Las islas Senkaku/Diaoyu, la 'manzana de la discordia'

   
La actual antipatía china hacia Japón tiene sus raíces en la brutal ocupación japonesa de gran parte de China en la Segunda Guerra Mundial. Al final de esa guerra un grupo de islas, llamadas Senkaku en japonés y Diaoyu en chino, controlado por Japón desde 1895, fue puesto bajo administración de EE.UU., país que controló las Senkaku hasta 1972, cuando entregó el control de estas islas y de Okinawa a Japón. En los últimos años los islotes eran de propiedad privada, pero en 2012 el Gobierno nipón los compró y anunció su nacionalización, lo que dio inicio a una nueva escalada de tensión entre Tokio y Pekín. 

Nueva zona china de defensa aérea

 
China consideró la adquisición de las islas por el Gobierno nipón como una provocación. El 23 de noviembre de 2013, Pekín estableció una zona de identificación de defensa aérea sobre el mar de China Oriental que comprende las islas Senkaku/Diaoyu y también el islote Roca Socotra, que se encuentra en la esfera de los intereses surcoreanos. 

Por su parte, Japón expresó ante China su protesta en relación al anuncio de la creación de la nueva zona. Su mejor aliado, EE.UU., reaccionó enviando a la región sus aviones de combate B-52, que incursionaron sin previo aviso en la nueva zona de defensa aérea decretada por China sin cumplir con los requisitos del país asiático. Washington también advirtió que actuará en cumplimiento de los acuerdos militares con Japón en caso de cualquier agresión contra su aliado.

Según John Everard, no está claro si China esperaba esta reacción, pero es poco probable que recibiera con entusiasmo la cooperación más estrecha entre EE.UU. y Japón provocada por su acción. No obstante, ahora para Pekín sería muy difícil dar marcha atrás y perder la cara hasta ante su propio pueblo, ya que la antipatía a Japón está muy extendida en China, y mostrar debilidad en este asunto podría conllevar una reacción muy hostil por parte de los propios chinos.

Japón, a su vez, tampoco puede dar marcha atrás. La soberanía sobre las islas en disputa se considera una cuestión de orgullo patrio y los nacionalistas japoneses, que tienen un peso considerable en la arena política del país, forzarían el fin de cualquier Gobierno que cediera ante la presión china.
 

El controvertido 'homenaje' japonés a los criminales de guerra  

 
En medio de toda esta tensión, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, decidió visitar el pasado mes de diciembre el santuario Yasukuni, donde se rinde homenaje a los guerreros japoneses, algunos de los cuales son considerados crueles criminales de guerra durante la invasión japonesa de China y de otros países de Asia Oriental. El gesto de Abe no hace sino añadir tensión a la ya muy deteriorada relación entre Pekín y Tokio.

Corea del Sur también expresó su decepción por la visita del primer ministro japonés al santuario, algo que, según las autoridades de Seúl, tendrá enormes repercusiones diplomáticas.

Dos aliados fundamentales de EE.UU. en Asia, en desacuerdo


Todo esto muestra que no es sólo con China con la que Japón tiene una disputa territorial. Un pequeño archipiélago llamado Dokdo en coreano y Takeshima en japonés, actualmente está bajo el control de Seúl, pero es reclamado por Tokio. Por otra parte, los tribunales surcoreanos comenzaron a reconsiderar el acuerdo de 1965 entre Japón y Corea del Sur sobre las reclamaciones de indemnización a los coreanos que fueron forzados a trabajar como esclavos durante la ocupación japonesa.
 
Pese a la exasperación que esta situación provoca en EE.UU., las relaciones entre Seúl y Tokio, sus dos principales aliados en la región, se hacen cada vez más tensas sobre esas cuestiones en la medida en que además casi no se mantienen relaciones diplomáticas entre la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, y el primer ministro nipón, Shinzo Abe. 

Otros países, también involucrados


China también tiene disputas territoriales con Filipinas, Vietnam e Indonesia sobre islas en el mar de China Meridional. Everard señala que Pekín se está volviendo cada vez más agresivo en la promoción de sus reclamaciones y además construye estructuras permanentes en algunas de esas islas en disputa. 

En diciembre, se retiró del proceso de arbitraje de la ONU sobre su disputa territorial con las Filipinas y envió su primer portaviones, el Liaoning, a la zona. Se trata de la primera vez que un Estado, y además un miembro permanente del Consejo de Seguridad, recurre a esta medida. 

Por lo tanto, publica Everard, es fácil de entender el 'nerviosismo' de sus vecinos, así como el aumento de sus presupuestos militares y los intentos de incrementar la cooperación militar ante la amenaza china.

El aumento del poder militar de China también preocupa a EE.UU., que tiene tratados de defensa con varios países de la región. Una disputa armada entre China y uno de ellos podría amenazar con desencadenar un conflicto militar directo entre Washington y Pekín.

Ausencia de ayuda institucional


Si tensiones parecidas se produjeran en Europa, habría varias instituciones regionales que instarían a las partes a negociar una solución (en particular, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa). Incluso en África, continente que rara vez destaca por un desarrollo pacífico de sus conflictos, la Unión Africana está teniendo una trayectoria eficaz en la mediación de conflictos.

Pero nada parecido existe en el este de Asia, subraya el exembajador británico en Corea del Norte. Los países se ven obligados a resolver sus desacuerdos de forma bilateral, sin ningún apoyo institucional. Esto permite a los países más fuertes presionar a los más débiles individualmente.

John Everard concluye que la posibilidad de que cualquier desavenencia en Asia Oriental se convierta en una confrontación militar, de momento no es grande, pero tampoco lo es la posibilidad de que cualquiera de las disputas se resuelva pacíficamente en un futuro próximo.
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