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'Todo por Alá': Europeos que se convierten al islam hacen la 'guerra santa' en Siria
Las fuerzas de seguridad españolas y marroquíes desarticulan una célula responsable del envío de yihadistas a Siria y a otras zonas en conflicto. En el Viejo Continente crece la preocupación por la marcha de ciudadanos extremistas a Oriente Próximo.
Cientos de jóvenes yihadistas, residentes o nacionalizados en Europa, luchan con las fuerzas rebeldes en el conflicto sirio. Según los analistas, su entrenamiento en la guerra y su radicalización supondrán una grave amenaza para Occidente cuando regresen a sus países. Mientras estos jóvenes luchan en Oriente Próximo, sus padres no entienden cómo lograron llegar hasta ahí.
Dimitri Bontik es el padre de Jejoen, un joven belga que dijo a sus padres que se iba de vacaciones a Holanda con unos amigos, pero tras su partida, no volvió a dar señales de vida.
"Fue horrible. No podía dormir, no podía concentrarme, ni siquiera podía comer. Era como si mi cabeza estuviera llena de agujas, miles de ellas. Fue el peor momento de mi vida", explica Dimitri, que se llena de angustia al recordar cuando su hijo de 18 años abandonó Bélgica para luchar junto a los yihadistas en el frente sirio. Criado en un entorno católico, el joven se había convertido al islam tras iniciar una relación con una musulmana. Dmitri poco imaginaba que su hijo había sido captado por un grupo yihadista, la vertiente más radical del islam.
"No reconocíamos a nuestro hijo. Dejó de vestirse con ropa europea, se hizo muy religioso, siempre estaba rezando y era como si hubiera un muro entre él y sus padres", recuerda. Al mes de su desaparición, se encontró en Internet con un vídeo en el que identificó a los amigos de su hijo en Siria. Tras acudir a la Policía, los agentes le negaron su ayuda porque su hijo ya era mayor de edad. Fue entonces cuando decidió utilizar su experiencia como militar retirado de la ONU e ir a buscarlo por sus propios medios. Este padre necesitó ocho meses y tres viajes al país árabe para localizar a Jejoen y finalmente llevarlo de vuelta a Bélgica.
"Tuve suerte porque en una ocasión casi me matan. Pensaron que era un espía de la CIA, que trabajaba para los estadounidenses. Me quitaron toda la ropa y desnudo me cubrieron la cabeza, me esposaron, me dieron puñetazos, patadas, me pusieron un kaláshnikov en la boca. Pensé que era hombre muerto", recuerda Dimitri en declaraciones a RT.
Jejoen tiene ahora una causa abierta por terrorismo y no puede hablar con los medios. Dmitri cree que a su hijo lo captaron en una mezquita de Amberes. Sin embargo, Internet es uno de los mayores aliados de estos radicales para reclutar a jóvenes europeos en Siria. YouTube, sin ir más lejos, está plagado de vídeos que llaman a los jóvenes europeos a unirse a la denominada 'guerra santa'.
Bruselas calcula que unos 200 belgas luchan en las filas yihadistas en Siria. Las organizaciones no gubernamentales, por su parte, creen que son más de 400. Por esa tendencia en aumento, las autoridades ya han dado la voz de alarma. Los padres que han perdido a sus hijos por esta causa también formaron un grupo de apoyo. Ahora se manifiestan cada semana para concienciar al país de esta problemática y para encontrar respuesta a las muchas preguntas que les torturan.
"¿Por qué han venido a buscar a nuestros hijos? Eso es lo que no entendemos. ¿Por qué nuestros hijos los han seguido? ¿Qué pasó? ¿Qué les dijeron?", se pregunta Véronique, portavoz del colectivo 'Parents concernés'.
A diferencia de Jejoen, el hijo de Véronique sigue en Siria. Hace más de un año que se fue y las conversaciones que a menudo mantienen por teléfono siempre acaban con una misma respuesta: que no va a volver a Bélgica porque su vida ahora se la debe a Dios. El abogado de este colectivo de padres cree que muchos jóvenes como el hijo de Véronique no vuelven por miedo a acabar en la cárcel acusados de terrorismo.
Dimitri Bontik es el padre de Jejoen, un joven belga que dijo a sus padres que se iba de vacaciones a Holanda con unos amigos, pero tras su partida, no volvió a dar señales de vida.
"Fue horrible. No podía dormir, no podía concentrarme, ni siquiera podía comer. Era como si mi cabeza estuviera llena de agujas, miles de ellas. Fue el peor momento de mi vida", explica Dimitri, que se llena de angustia al recordar cuando su hijo de 18 años abandonó Bélgica para luchar junto a los yihadistas en el frente sirio. Criado en un entorno católico, el joven se había convertido al islam tras iniciar una relación con una musulmana. Dmitri poco imaginaba que su hijo había sido captado por un grupo yihadista, la vertiente más radical del islam.
"No reconocíamos a nuestro hijo. Dejó de vestirse con ropa europea, se hizo muy religioso, siempre estaba rezando y era como si hubiera un muro entre él y sus padres", recuerda. Al mes de su desaparición, se encontró en Internet con un vídeo en el que identificó a los amigos de su hijo en Siria. Tras acudir a la Policía, los agentes le negaron su ayuda porque su hijo ya era mayor de edad. Fue entonces cuando decidió utilizar su experiencia como militar retirado de la ONU e ir a buscarlo por sus propios medios. Este padre necesitó ocho meses y tres viajes al país árabe para localizar a Jejoen y finalmente llevarlo de vuelta a Bélgica.
"Tuve suerte porque en una ocasión casi me matan. Pensaron que era un espía de la CIA, que trabajaba para los estadounidenses. Me quitaron toda la ropa y desnudo me cubrieron la cabeza, me esposaron, me dieron puñetazos, patadas, me pusieron un kaláshnikov en la boca. Pensé que era hombre muerto", recuerda Dimitri en declaraciones a RT.
Jejoen tiene ahora una causa abierta por terrorismo y no puede hablar con los medios. Dmitri cree que a su hijo lo captaron en una mezquita de Amberes. Sin embargo, Internet es uno de los mayores aliados de estos radicales para reclutar a jóvenes europeos en Siria. YouTube, sin ir más lejos, está plagado de vídeos que llaman a los jóvenes europeos a unirse a la denominada 'guerra santa'.
Bruselas calcula que unos 200 belgas luchan en las filas yihadistas en Siria. Las organizaciones no gubernamentales, por su parte, creen que son más de 400. Por esa tendencia en aumento, las autoridades ya han dado la voz de alarma. Los padres que han perdido a sus hijos por esta causa también formaron un grupo de apoyo. Ahora se manifiestan cada semana para concienciar al país de esta problemática y para encontrar respuesta a las muchas preguntas que les torturan.
"¿Por qué han venido a buscar a nuestros hijos? Eso es lo que no entendemos. ¿Por qué nuestros hijos los han seguido? ¿Qué pasó? ¿Qué les dijeron?", se pregunta Véronique, portavoz del colectivo 'Parents concernés'.
A diferencia de Jejoen, el hijo de Véronique sigue en Siria. Hace más de un año que se fue y las conversaciones que a menudo mantienen por teléfono siempre acaban con una misma respuesta: que no va a volver a Bélgica porque su vida ahora se la debe a Dios. El abogado de este colectivo de padres cree que muchos jóvenes como el hijo de Véronique no vuelven por miedo a acabar en la cárcel acusados de terrorismo.
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